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Sartenes como nuevas.
Cuando las sartenes y los cazos estén muy ennegrecidos por la grasa, pon a hervir
en ellos un chorrito de vinagre. Quedarán como nuevos.
Desatascar la ducha.
Debido a los restos alcalinos del agua, es muy común que se obstruyan los orificios de la
ducha. Pon solución a este problema. Si se trata de una ducha de teléfono, bájala y
sumérgela durante toda la noche, cabeza abajo, en un recipiente lleno de vinagre. Si es
fija, llena también de vinagre una bolsista de plástico y átala fuertemente con hilo al
cuello de la ducha.
Suéter decolorados.
Si tu suéter negro ha ido perdiendo color, lávalo con el agua de haber cocido espinacas.
Recuperará el tono original.
Lavar las medias.
Las podrás meter en la lavadora si previamente las has introducido en una bolsita de tela
fina o en los bolsillos de alguna prenda. Quedarán perfectamente limpias y se mantendrán
a salvo de carreras durante el lavado.
Prendas tostadas por la plancha.
Si tu camisa se ha oscurecido ligeramente al plancharla. No te preocupes, sumérgela en
seguida en una solución de agua oxigenada no muy concentrada. Volverá rápidamente a
recuperar su color natural.
Escobas limpias.
Limpia las escobas y los cepillos sintéticos metiéndolos durante un rato en un cubo
lleno de agua a la que hayas añadido previamente una cucharada sopera de amoniaco.
Enjuágalos después a fondo con agua limpia y espera a que se sequen por completo antes
de utilizarlos.
Cubiertos de alpaca.
Este tipo de cubiertos o los objetos de este material, se limpian sumergiéndolos durante
media hora en un recipiente con leche. A continuación se lavan con agua fría.
Faldas de tablas.
Para plancharlas con facilidad, mantén los pliegues cerrados sujetándolos previamente en
la parte de abajo con unas broches de tender la ropa.
Cuidados del marfil.
Los objetos de marfil se mantienen perfectamente limpios si los frotamos con un cepillo de
cerdas suaves, impregnado en agua y unas gotas de trementina o agua oxigenada. Después de
aclararlos conviene secarlos al aire. Si lo que deseas es blanquearlos, deja durante un
rato las piezas en remojo en un cacharro con leche y, luego, pásales un trapo empapado
antes en agua oxigenada.
Lana como nueva.
Al deshacer un suéter, la lana queda con un aspecto rugoso y es muy incomodo volver a
tejer con ella. Para evitarlo, es muy sencillo: llena una botella con agua caliente y
enrolla en ella la lana. Al poco rato ya podrás hacer el ovillo con lana como recién
comprada.
Gafas limpias.
Si deseas que los cristales de tus gafas queden realmente limpios y con brillo, frótalos
muy suavemente con un poco de ceniza de un cigarrillo y un trozo de papel de periódico.
Ambientador natural.
No te hacen falta ambientadores que perjudiquen la capa de ozono. Prueba a cocer, hasta
que se evapore, una mezcla de agua, azúcar, canela, clavo y piel de limón. Es una
ambientador efectivo y completamente natural.
Termos limpios.
Vierte en el interior agua muy caliente con unos granos de arroz. Agítalo durante un
rato; tira ese agua y acláralo con agua bien limpia.
Despegar estampillas.
Para despegarlos fácilmente y que no se rompan mete las cartas en el congelador durante
un par de horas.
Conservación de tus
discos.
Para prolongar la vida de tus discos, pásales de vez en cuando un paño ligeramente
humedecido en una mezcla hecha a partes iguales de agua y alcohol de 70 grados.
Prendas de terciopelo.
Tus prendas de terciopelo quedarán como recién estrenadas si, aprovechando los días de
humedad, las cuelgas en la terraza. La humedad les devolverá un estupendo aspecto.
Planchas más
deslizantes.
Cuando la plancha se pega a la ropa, pásale por la base un trozo de jabón seco cuando
aún esté caliente. A continuación, enjuágala con agua y sécala con una hoja de
periódico. Dejará de pegarse.
Antipolilla efectivo.
Además de la conocida naftalina, introduce en los bolsillos de los abrigos y la ropa de
invierno un poco de clavo de olor. Es una forma muy efectiva de ahuyentar a las polillas y
de evitar el olor de la naftalina.
Suéter sin bolitas.
Si quieres que a tus jersey no les salgan bolitas, haz lo siguiente: recién comprado
conviene meterlo durante dos días en el congelador, dentro de una bolsa de plástico.
Restos de yeso.
Para eliminar los restos de yeso en el suelo y en los baldosas, pasa un paño empapado en
vinagre templado. Una vez retirado el yeso limpia las baldosas con tu producto habitual.
Si se resiste, repite la operación.
Armarios sin humedad.
Distribuye por él pequeños trozos de tiza; ésta se encargará de absorberla por
completo. Inténtalo también colocando unas bolsitas de tela llenas de arroz.
Hogar perfumado.
Impregna las bombillas de todas las lámparas, así como los bajos de las cortinas con tu
perfume favorito. Al encender la luz, el calor hará que la bombilla desprenda el olor; lo
mismo ocurrirá al correr el aire y mover los visillos.
Sillas de rejilla.
Estas sillas tienen el inconveniente de que al envejecer, la rejilla se vuelve gris y se
deforma. Para devolverle su antiguo y terso aspecto lávala
con agua fría a la que hayas añadido un puñadito de sal; aclara rápidamente y déjala
secar al sol o cerca de una fuente de calor. La rejilla se recuperará totalmente.
Ropa más blanca.
Cuando la ropa permanece guardada durante mucho tiempo aparecen en ella unas feas manchas
amarillentas, difíciles de eliminar con un simple lavado e incluso con lejía. Para
devolverle su color blanco inicial, pon sobre ellas un poco de leche fría, déjala
reposar durante un rato y después prueba a lavar la prenda normalmente.
Clavar sin riesgos.
Si tienes que clavar un clavo, coge un peine del pelo viejo y mete el clavo entre dos de
sus púas; ya puedes darle fuerte sin peligro de hacerte daño.
Flores duraderas.
Prueba a echar en el agua del jarrón una cucharadita de sal, otra de azúcar y dos o tres
gotas de lejía. Te maravillará el resultado.
Marcos dorados.
Para embellecerlos, frótalos con un paño empapado en el jugo de una cebolla que habrás
licuado previamente. Recobrarán todo su esplendor.
Guardar las alfombras.
Antes de retirarlas en verano, primero pásales bien el aspirador y luego extiende sobre
ellas papel de periódico. Pon encima, diseminadas, algunas bolitas de naftalina y un poco
de hierbas aromáticas o cáscaras de membrillo. Enróllelas cuidadosamente y átalas
fuerte con una cuerda. Las polillas nada tendrán que hacer con ellas y mantendrán,
además, un buen olor. |