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Minimalista no quiere decir deshabitado.
El estilo
minimalista, lejos ser algo sin sentimientos, permite exprimir todos los matices
de nuestra sensibilidad y de nuestra inspiración.
Liberado de todo artificio, el especio y los objetos en él presente toman una
significación particular. El estilo minimalista está indicado para todos los
amantes de la simplicidad, de la serenidad y de la sobriedad.
Contrariamente a la decoración tradicional, la minimalista no busca rellenar el espacio sino preservarlo. El matiz o el acento está
puesto más sobre las estructuras y las formas que sobre los accesorios. Las
paredes, los suelos, las superficies y la luz sirven ellos mismos para
representar la decoración.
Los espacios de orden, de colocación, son quizás los elementos más
importantes del estilo minimalista, pues todo lo que puede dar una impresión
de desorden se elimina o se disimula.
Los tonos neutros cómo el beige y el gris utilizados en degradados y, por
supuesto, el blanco, crearán un fondo ideal y darán la sensación de mayor
amplitud a la habitación.
Cada mueble se elige en cuestión de su función y de su utilidad, sin
sacrificar por ello la comodidad. Pocos accesorios hacen falta en una decoración
minimalista. Algunas flores en un jarrón o algunas frutas en un frutero
servirán para decorar.
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